¿Para qué planificar?
En ocasiones se suele
perder la relación que existe entre la planificación y la práctica pedagógica.
Se piensa que solamente hay que planificar a principio de año y que luego no
hay que revisar lo planificado. Para contrarrestar esta idea, en este documento
se señala la finalidad de esta actividad.
La
importancia de planificar radica en la necesidad de organizar de manera
coherente lo que se quiere lograr con los estudiantes en la sala de clases.
Ello implica tomar decisiones previas a la práctica sobre qué es
lo que se aprenderá, para qué se hará y cómo se
puede lograr de la mejor manera.
Desde
este punto de vista, es relevante determinar los contenidos conceptuales,
procedimentales y actitudinales que se abordarán, en qué cantidad y con qué
profundidad (el “qué”). Pero no basta con eso. También hay que pensar en la finalidad de
lo que estamos haciendo, ya que para los alumnos y alumnas resulta fundamental
reconocer algún tipo de motivación o estímulo frente al nuevo aprendizaje (el “para
qué”). De lo contrario, no perciben en las clases un sentido que vaya más allá
de la obtención de una nota.
Se debe considerar también la forma
más adecuada para trabajar con los alumnos y alumnas, pensando en
actividades que podrían convertir el conocimiento en algo cercano e interesante
para un grupo, dentro de un determinado contexto (el “cómo”). Por eso se
recomienda modificar las planificaciones cada año, de acuerdo a los grupos con
que se trabajará.
La clave está en comprender la
planificación como un “modelo previo”, en lugar de entenderla como una
imposición. La planificación es lo que se quiere hacer en teoría, aunque el
resultado en la práctica sea muchas veces diferente. Sin embargo, no obtener el
resultado deseado no significa que la planificación sea poco adecuada, sino que
hay que modificar aspectos en ella según el contexto en el cual se trabaja.
(Fuente: www.educarchile.cl)
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